viernes, 27 de enero de 2017

La cigarra del octavo día, Mitsuyo Kakuta



Crítica literaria Nº 2


La cigarra del cotavo día,
Mitsuyo Kakuta





 





















El deseo de tener algo que debería pertenecerte pero no lo es. Huir de la realidad para construirse una propia. Eso trató de hacer Kiwako a lo largo de estas páginas.

Retrocediendo en el tiempo, Kiwako se vio envuelta en una serie de mentiras por parte de su novio. La primera fue que estaba soltero, cuando había contraído matrimonio hacía tiempo. La siguiente mentira fue cuando este  le pidió abortar.


Le había asegurado a Kiwako que, tras el divorcio de su mujer, volverían a tener un hijo, así que en este momento debía perder al hijo que llevaba dentro.

Kiwako obedece. Después de un tiempo, la mujer de su novio confirma  que está embarazada. Por otro lado, Kiwako es informada que por su aborto había desencadenado una enfermedad que le impedía  volver a tener un hijo. El hombre corta toda relación con ella.

Ilusiones y engaños. Es lo que se repetirá a lo largo del libro desde que Kiwako rapta al bebé (al que llama Kaoru) y viaja por su país intentando crear una vida madre-hija.  Cada personaje con el que se encuentra es un reflejo de la realidad infierno-cielo en la que se ve envuelta. Podríamos dividirlo de la siguiente manera:


         Casa de una anciana: una anciana con trastornos mentales que se niega a abandonar su casa en un barrio desalojado. Kiwako observa que esta tiene la casa desordenada y oye música muy alta, escapando de la realidad. Sin embargo, entre el desorden, la anciana conserva la cartilla del desarrollo de su hija de cuando era un bebé.


         Entrada a la Casa: secta en donde les enseñan que no hay diferencia entre hombres y mujeres, pero sólo permiten la entrada a mujeres. Allí conoce a madres con hijas que huyen de sus antiguas vidas.


         Escapada a las islas Shodo: donde Kiwako vive en pésimas condiciones pero amando a Kaoru en  todo momento.


Una vez que es detenida por el rapto del bebé (ya han pasado tres años) le llega el turno de la narración de esa niña ya adulta, que cerrará la historia. Con veinte años, básicamente se da cuenta de que su raptora la quería mucho más que su familia real, y de hecho comete el mismo error que esta: se queda embarazada de un hombre casado. Gracias a su interés en la historia Kiwako, ella decide no repetir el mismo error, no abortar, y ser una madre feliz y amorosa. De hecho, en el preludio de la historia, cuando Kiwako la cogió en brazos por primera vez le dijo: “Te protegeré. Voy a protegerte para siempre”. Y al final la salvó del arrepentimiento que se produce después de un aborto.


Es bastante interesante observar el concepto hombre-mujer en este libro. Kiwako llama a la niña Kaoru porque en japonés es un nombre que sirve tanto para niña como para niño. En la secta de la Casa, las mujeres se las bautiza con un nuevo nombre que puede ser de hombre, para que entiendan que no hay diferencia en ambos sexos. Más adelante, en las islas Shodo,  Kaoru se viste con ropa de niño que le presta una señora.


Básicamente, ¿por qué la autora habrá querido incidir en este concepto?  ¿Qué tiene que ver con el resto de la historia? Si nos fijamos, uno de los insultos que recibe Kiwako por la esposa de su ex novio es “estás hueca”. En la secta, una mujer que perdió su útero le contó que su marido le dijo que esta ya no era una mujer. Cuando en la secta, en el interrogatorio, las jefas les preguntan qué hay de diferencia entre hombres y mujeres, estas defienden ser mujeres dado a sus órganos reproductores. 


Kiwako no sabe si es hombre y mujer. Ya no puede dar a luz a hijos. Ya no podrá encontrar el amor otra vez debido al trauma del aborto. Al raptar a Kaoru, ese trauma se esconde, y se crea una nueva realidad que la vuelve a sentirse una persona en su sociedad.  Concretamente, una madre. Sólo le interesa cuidar y amar a Kaoru, por encima de su vida, que será destruida por los medios públicos. Al final vemos que es condenada a ocho años de cárcel y, al salir, no se arrepiente dado los maravillosos momentos que tuvo con Kaoru.


Para terminar, el significado del título se resuelve en el libro. Las cigarras japonesas están bajo suelo siete años, luego al salir duran siete días. El octavo día simboliza la destrucción de la realidad anterior, y la creación de una nueva, solo que esta es fantasmal. Así se vieron los auténticos padres de Kaoru al destruir su realidad con amantes y tras el secuestro. Así se vio Kiwako tras su traumatizante aborto. Y así se vio la hija con tres años, al ver a sus verdaderos padres y notar la pérdida del verdadero y fuerte amor que le insuflaba su raptora. Con apenas tres años y presentada a sus nuevos padres, Kaoru del susto se orina encima y su madre se aleja asqueada. Allí empieza su octavo día.